Soy un extrano afortunado que pasa como Juan por su casa, porque la estrechez de tus calles me parecen los caminos del alma.
Esas piedras talladas que resisten el tiempo son las joyas que adornan tus limpios espacios , donde el turista camina extasiado y se llena los ojos de historia y encanto.
Ese aroma romantico arrimado a las paredes que se mezcla con la dulzura de tus calles inclinadas, como rindiendo homenaje a tu pujante belleza o bajando a descansar en tus plazas hermosas.
El calor de tu gente que se esmera a diario, porque propios y extranos se sientan en casa; me fascina tu encanto paseando tus calles y al fondo el volcan Santa Maria vigilando tu urbe.
Los monumentos se yerguen con sus patios y arboles, con costumbres ruidosas y en el cerro la grata comida; caminando se miran las casas con flores milenarias y el Templo a Minerva es un sitio sagrado.
Me he extasiado mirando las aves sus montes de siempre, los hoteles que cruzan la universidad y el colegio de todos, los edificios de piedra donde descansan tus heroes y en silencio el Teatro Municipal como patrimonio de todos.
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